martes, 7 de agosto de 2012


SAN CAYETANO
“BENDECÍ NUESTRA PATRIA CON PAN Y TRABAJO PARA TODOS”
07 DE AGOSTO DE 2012

Anoche luego de llegar del Santuario de San Cayetano, como todos los años, traté de ordenar las ideas sobre las vivencias de un día tan valioso.
  Repasé mentalmente sobre como trasmitir la alegría de la gente ante las canciones que la Sra. Ramona Galarza había regalado, sobre la emoción de la banda de la Policía Federal interpretando el Himno Nacional Argentino o la Marcha de San Lorenzo, Los Fuegos Artificiales y el oh… de la gente mirando el cielo, la apertura de las puertas a cargo del Obispo Martín, las bendiciones de los curas a los objetos que los feligreses alzaban con entusiasmo y respeto de lo más variados, también repasé las veredas sucias y rotas, la menor presencia policial y la menor presencia de gente de limpieza en referencia a otros años,  la cantidad de kioscos de los mas variados productos o los cartel frente al templo ofreciendo los servicios de videntes por $ 10,00, etc.
Luego de tan variados temas para poder pensar supe que nunca iba a poder explicar cosas como, la solidaridad de los feligreses entregando su paquete de alimentos para los más necesitados, la emoción que invadía a los presentes al acercarse al Santo agradeciendo y pidiendo no solo para su familia sino a manera de solidaridad para sus amigos y vecinos, entendí entonces que la FE, como dice el dicho, mueve montañas y que esa FE, que año tras año, día tras día demuestran los peregrinos se vio reflejada en el lema de este año: “ San Cayetano bendecí nuestra Patria con pan y trabajo para todos” .   

sábado, 4 de agosto de 2012

CON EL BARRIO DE LINIERS COMO SEÑAL DE IDENTIDAD
La figura del periodista Edgardo Román Gilabert, al amparo de su entrañable geografía barrial  


No caben dudas, Edgardo Román Gilabert es un linierense de pura cepa: amante de su barrio de toda la vida, hincha de Vélez y -sobretodo- un amigo con el que he compartido una buena parte de mi historia.
El paisaje de Liniers es parte de su ADN. Edgardo nació en Acassuso casi esquina Larrázabal, el 26 de diciembre de 1934, y tal como él mismo asegura, modestamente, su llegada fue un regalo de navidad para toda la familia.
Y si hablamos de su familia resulta imposible no mencionar a su padre, Antonio Gilabert, un verdadero prócer del barrio, al cual dedicó casi toda su vida a través de su abnegada y desinteresada participación en diversas instituciones de bien público.
Fue presidente de la ya desaparecida Sociedad Cosmopolita de Liniers, primera entidad mutual en formarse allá por el año 1905; presidente del club Santiaguito (tal como varios conocen al Santiago de Liniers) de Caaguazú y Oliden, por espacio de 30 años; y presidente de la Cooperadora de la Escuela José María Torres, entre otros espacios que supieron de su generosidad.
La madre de Edgardo - y esposa de Antonio - fue Delia Faquetti, encargada de las tareas domésticas y eslabón fundamental de esta familia, que además integraban los hermanos de Edgardo: Marcelo (químico de profesión), Norberto Jorge (médico) y Helida Hilda (o cariñosamente "la Negra").
Pero volviendo al protagonista de esta nota - que jamás se alejó del barrio que lo vio nacer - supo hacerse popular como periodista deportivo en Radio Rivadavia, integrando el mítico equipo de José María Muñoz.
Además, se desempeñó durante 20 años en Cablevisión y Canal 2, con su programa "Compac Deportivo" y en el noticiero diario.
Su extensa trayectoria profesional lo llevó a ser considerado por la prensa como el mejor relator de básquet del país. Muchos aún hoy lo llaman "la voz del básquet". Entre otros ciclos en los que brilló, se destaca el programa que condujo junto a Ricardo Arias por LR4 Radio Splendid: "Entre las Sogas y el Tango", en el que cada sábado transmitían desde el Luna Park las memorables peleas de otros tiempos, con boxeadores de la talla de Nicolino Locche, Carlos Monzón, Víctor Galíndez, Goyo Peralta, Miguel Ángel Castellini y Horacio Acavallo, entre otros.
Desde hace casi cinco décadas está casado con Mirtha Susana Díaz, su fiel compañera de la vida, con quien coronó su amor con la llegada de sus dos hijos: Adrián Edgardo (Lic. en Marketing) y Marcela Susana (actriz).
A medida que va transcurriendo la charla, como en cualquier encuentro de amigos, inexorablemente surgen los recuerdos de la infancia. Y entonces habrá tiempo para evocar sus años de jugador de fútbol (llegó a jugar en la Tercera) y de básquet en Vélez, y sus andanzas como actor en la compañía del Departamento de Cultura de Vélez allá por la década del 50 (que dirigían Hilda Bernard y Ricardo Lavié).
Pero también aparece el recuerdo de la inoxidable calesita de Don Luís, en su ubicación original, de Ercilla y Larrazábal, a pasos de la garita que se levantaba justo en la esquina, los célebres carnavales en Rivadavia y Montiel, los bailes de Vélez, las populosas clases de baile folclórico, donde la juventud femenina abundaba y en donde conoció a su esposa, hace más de 52 años; y su actividad en el otrora Banco Crédito Liniers, como responsable de la publicidad, entidad a la que llegó junto a su entrañable amigo Ricardo Bloise, de la mano de Víctor González.
Pero entre tantas historias y recuerdos compartidos, la mayoría con la inconfundible escenografía de su barrio, se abre paso el presente, que desde hace más de diez años lo muestra produciendo y conduciendo el ciclo "Liniers un barrio con Historia", que se emite todos los domingos de 12 a 13 por Radio Porteña (AM 1530) Cadena Eco.
Como para no perderle pisada a la sana costumbre familiar, de tomarle el pulso y ponerle el hombro a Liniers y sus vecinos.
Más allá de los cuatro juegos olímpicos y los cuatro mundiales de básquet que lo tuvieron como figura excluyente del periodismo, hoy sus días están invadidos por el cariño de sus cuatro nietos: Juan Bautista y Juan Augusto, hijos de Adrián, y Miranda y Milena, hijas de Marcela. Vayan estas líneas como un justo reconocimiento a alguien que desde las calles y pasajes de su querido Liniers, aún hoy, a los 77 años, continúa trabajando y ocupándose con el mismo entusiasmo, por las inacabables cosas de barrio.