lunes, 24 de junio de 2013

Día del Padre - Año 2013 -  Llegan estos días donde la figura de los padres se recuerda. Mucho se dice sobre que todos los días son el día del homenajeado y eso debería ser así.
En mi caso yo recuerdo a mi Papá extrañándolo y con mucho cariño. Oriundo de la Sicilia tal vez sin muchos conocimientos literarios pero sí mucho conocimientos de la vida y el trabajo.
Quería en esta oportunidad recordar el año que pasé llorando cuando me llegue hasta su casa natal en Piedimonte Etneo, como un antes y un después.
Solo me resta decir,  Feliz día del Padre, a todos los padres. Para los que lo tienen que los mimen. A los que ya no lo tenemos el mejor de los recuerdos pues nos dieron la vida y nos cuidaron durante muchos años. Dejemos paso así a los recuerdos máxima expresión de amor al ser que ya no nos acompaña. 
 


 

EL POPEYE DE LINIERS -  CARLOS RAMÓN CENDALI -  Alias: Carlitos


Conoceremos la historia de este personaje que recorrió 27 países y dio 5 veces la vuelta al mundo.
Nacido en plena travesía – como casi un polizón - un 3 de marzo del año 1947, en el vapor Federico “C”.
Al llegar al país recién lo anotaron  razón por la cual en sus documentos figura como fecha de nacimiento el día 5, proveniente de Roma junto a su padre Domingo Lorenzo y su madre Doña Nilda Ofelia Vázquez.
Hasta los 19 años vivió en Punta Mogotes, partido de la costa, realizando sus estudios en el Colegio de Don Orione donde aprendió entre otros los oficios el de cocinero, carpintero y albañil.  
Pero ya a los 14 años, eso de polizón lo había marcado, así que como ayudante de cocina se embarcaba de contrabando hasta la salida del puerto para luego comenzar con su tarea.
Recién a los 18 años habiendo conseguido la patente y la libreta de primer cocinero la tarea de dar de comer se oficializó.
Entre tantos viajes recuerda el de Corea en el año 1959 en plena guerra, en 1963 contratado para la pesca del Pulpo, más tarde se embarcó para la pesca de Atún y su renuncia al contrato de una empresa  Japonesa para la pesca de las ballenas pues le dio lastima ver matar a esos animales. Entre tantos viajes no faltó surcar en varias oportunidades el Canal de Beagle.
Así llegamos al año 1982 cuando en los mares del sur,  estuvo presente en el  conflicto bélico de nuestras Islas Malvinas pues el barco que lo transportaba llevaba combustible, comida y agua potable.
Hace un alto en el relato cuando recuerda el día del lamentable  hundimiento del Belgrano y las huellas en su espalda  cuando “El San Lorenzo, “buque tanque” que lo transportaba -  a las 3 y media de la mañana fue alcanzado por el fuego enemigo y es internado por las heridas recibidas durante 24 meses y 7 días en el Sanatorio Güemes, razón por la cual quedó con una incapacidad permanente.
Se afincó en el barrio en el año 1975, primero en la Avda Rivadavia al 11.000 y más tarde en su actual domicilio de Ibarrola al 6600, donde se destacan en el frente de la casa dibujos incaicos y en donde vende los trabajos de artesanía, de embarcaciones en la vereda como manera de seguir subsistiendo pues aun la jubilación no le ha salido. 
Gracias a Esperanza Guzmán su actual pareja – aclara con certificado de convivencia – en estos días lo acompaña adosando a la unión el cariño de sus hijos, nietos y biznietos, Ariana Belén, Rodrigo Ariel,  Daniel, Cristian, Morena y Mía.
Además de los barcos que vende, saben de su maestría los bastones para jubilados algunos de los cuales fueron donados,  y diferentes artesanías fruto de su imaginación y creatividad, mientras Esperanza teje para niños alguna ropa para poder seguir adelante.
En las paredes de su casa están los recuerdos de ese pasado, la caña imponente para la pesca de tiburones, El cuadro de la nota en el diario de Saladillo, la rastra de cuero cuando trabajó como puestero en la estancia de Don Horacio Guaraní, la colección de mates de diferentes lugares entre tantos otros recuerdos de caminos recorridos a lo largo de su vida.  
Hemos conocido así un personaje más que transita nuestras calles y que ha participado de la historia de nuestro país.

PARROQUIA SAN ENRIQUE


  Hacía un tiempo que quería hacer esta nota, sobre todo desde la designación del Papa Francisco, pues todas las mañanas paso a saludarlo.  
La imagen del Papa, nuestro Papa, está allí, en la puerta de entrada como esperando ese saludo y el recen por mí. Hablando de saludos, ni que hablar el asombro y esperanza de hace unos pocos días cuando llamó desde Roma para saludar al actual párroco Hugo con motivo de su cumpleaños.
Pero comencemos por los orígenes de esta coqueta y moderna parroquia. La idea de construirla por estos lares, entre Las Nieves y Luján de los Patriotas surgió al inicio de los años 50.
El por entonces padre Tripodi, cura De las Nieves, comenzó a buscar un espacio que albergara la fe entre los vecinos.
Encontrado el espacio, el Padre Jorge Sabbione se abocó junto a los vecinos, a recaudar los fondos para la compra del espacio que albergaría la parroquia.
Evocan Nely y Nilda, exquisitas personas,  las odiseas de aquellos tiempos, en recaudar los fondos a través de rifas, quermeses y bonos de contribución entre otras cosas.
Mientras tanto la fe tenía que seguir adelante, todo esfuerzo era poco, las misas que se realizaban eran de campaña,  en el terreno adquirido, pero sin un techo.
Recuerdan que un domingo llovía muchísimo pero la fe era más fuerte, entonces la misa se ofrendó en la casa particular de la familia  Pires Laranjeira, enfrente de la actual sede.
Luego de tanto luchar, la primera parroquia se inauguró un 24 de diciembre del año 1959, oficiando la Misa de Gallo el Padre Jorge Sabbione.
Así la Parroquia comenzó con  catequesis, acción católica, apostolado de la oración y en marzo de 1961 se inicio un jardín de infantes,donde 63 niños recibieron las primeras enseñanzas, que dirigían las Hermanas Auxiliares Parroquiales que se alojaban en la casa contigua a la actual parroquia.
A partir del año 1965,  instancia de la familia Navarro Viola se comenzó la construcción de la actual parroquia, en Memoria de Enrique Navarro Viola y María Francisca Ayanargaray de Navarro Viola, por los arquitectos Roberto Virasoro, Alcides Samonta y María del Carmen Urdiain.
Para la obra se  adoptó una pirámide recta de base cuadrada y caras con distintas pendientes. Está compuesta por  cuatro superficies cilíndricas que se intersectan entre sí con sentido básico ascencional hacia un punto de tangencia en donde convergen. Para el dimensionamiento de la capilla y de todos los elementos se adoptó como modelo la cifra “tres” que simboliza la Santísima Trinidad.
El diseño de los vitrales fue realizado por el Arq. Virasoro simbolizando llamas -  imagen del Espíritu Santo – cuya dirección es también hacia la Cruz. El vía Crucis fue diseñado por Alicia de Noailles y ejecutado en hierro redondo de distintas secciones.
La actual coqueta Parroquia se inauguró el 10 de diciembre del año 1978, con una misa que ofició el por entonces Cardenal Aramburu.
El 6 de enero del año 1979, es trasladado el Padre Remo Mariotti, comenzando una nueva etapa. Se crea la liga de madres, carita parroquial y el movimiento sacerdotal Mariano entre otras actividades.
Siempre recordamos el auto verde que circulaba por nuestras calles con el cura a bordo quien saludaba con una sonrisa. El Padre Mariotti falleció el 13 de mayo de   1993 y desde entonces los destinos de la parroquia y la fe están en manos del Padre Hugo Cáceres, quién acompañado por el Ministros de las Eucaristias y las damas colaboradoras eclesiásticas que desde ese rinconcito del barrio y la fe  siguen sembrando esa dosis de esperanza que tanto necesitamos para vivir en Paz. 
MEDIO SIGLO CON EL PEINE, LA TIJERA Y EL SPRAY
 
Una vez más nos topamos con una historia, como si el barrio nos sirviera en bandeja a sus personajes para que retratáramos sus andanzas en estas páginas y les rindiéramos un merecido homenaje. En cada rincón nos sorprende una vida llena de anécdotas, de gente que en el afán de superarse y haciendo gala de la cultura del trabajo, fue forjando su futuro y aportando su granito de arena para con el crecimiento del barrio.
Y en ese menú de historias en las que ninguna tiene gusto a poco, aparece la de Juan Carlos Chiappalone, el peluquero que lleva casi medio siglo de labor en Liniers.
Su historia empezó como tantas otras, de la mano de un emigrante que llegó al país en busca de encontrar en América la paz y el trabajo que Europa no ofrecía. Así fue que llegó su padre, Fernando, allá por el año 1949.
El mismo que trabajando como repartidor de soda por estos pagos, en apenas dos años pudo reencontrarse con su familia. Porque en 1951, Catalina Píccolo -su madre- viajó desde la ciudad de origen en Reggio di Calabria con rumbo a Buenos Aires, junto a Juan Carlos, que por entonces contaba apenas con 9 años, y sus hermanos Pascual, Aldo y Teresa.
Tuvieron que pasar algo más de 50 años para que los Chiappalone volvieran a tocar la tierra que los vio nacer, pues en ese viaje del reencuentro los cuatro hermanos viajaron juntos al "paese" natal.
Pero hablemos de Juan Carlos, iniciado como peluquero con apenas 18 años en 1962, cuando dio sus primero pininos en la profesión en una peluquería muy famosa en el ambiente artístico por entonces: "Creaciones Roley". Allí conoció a estrellas como Mirtha Legrand, Gilda Lousek y Graciela Borges, entre otras.
Pero una mañana de 1965, casi de casualidad comenzó a tejer su historia en el barrio. Mientras viajaba en el colectivo vio un aviso clasificado en el que pedían un "peinador en Liniers". Al día siguiente, como le quedaba a 10 minutos de su casa se acercó por curiosidad a la peluquería de Carhué al 200. "Cuando entré no podía creer lo que veía. El local estaba abarrotado de gente y tenía un montón de empleados, pero además los precios eran como los de Barrio Norte", cuenta Juan Carlos, que a partir de ese día se convirtió en empleado de la otrora peluquería Elizabeth.
Allí comenzó a familiarizarse con el barrio, sus entrañas y los recuerdos que mantiene vigentes a pesar del paso del tiempo. Y entonces enumera los cines de antaño, la Blanqueada, las Mil Casitas y el fútbol con la Pulpo en los pasajes.
En el año 1968 abrió su propio salón, primero en Tuyú casi Rivadavia, pegado a la famosa fábrica de hielo de los Demarchi con la famosa venta de hielo. Luego, en 1972 se mudó a Carhué y el pasaje el Trébol. "Era increíble lo que trabajábamos. Venía gente del Centro incluso y los sábados estábamos sin parar de 8 a 24", recuerda. En esa peluquería Juan Carlos conoció a la que luego sería su esposa y madre de sus hijos (llevan algo más de 38 años de casados), Alicia Salías, alias Andrea, como la conocen todos en el barrio.
Hasta que en febrero de 1977 Andrea y Juan Carlos se afincaron definitivamente en el local que se ubica en la plata baja del edificio de Ventura Bosch al 7000. Y como un guiño del destino, el mismo día de la inauguración de la nueva peluquería, recibieron la noticia del embarazo de su primer hijo, que a la postre, extendería el legado familiar formándose como estilista.
Diego tiene actualmente su propio salón en la esquina de Larrázabal y Patrón, y Fernando -el segundo hijo del matrimonio- atiende el suyo en Álvarez Jonte y Lope de Vega. Ambos se dedican al oficio familiar. La única que cambió el rumbo fue Carla Andrea, que es docente.
Claro que hoy también tienen su espacio y tiempo sus cinco nietos, Candela y Gael hijos de Diego, Antonella hija de Fernando, y Luana y Schamil hijos de Carla.
Con el mismo entusiasmo de antaño, Andrea y Juan Carlos siguen atendiendo a sus clientas, que aun provienen de diferentes puntos de la ciudad. "Quiero agradecerle eternamente a todos nuestros clientes y amigos, que me acompañaron en estos 50 años. Muchos de ellos ya no están, pero los recuerdo con inmenso cariño", subraya Juan Carlos, que hoy ya es un verdadero símbolo del barrio que lo vio crecer y afianzarse en su profesión.

Negocio de familia. Juan Carlos posa en el frente de su histórico local de Ventura Bosch 7054. Cita obligada de cada sábado para varias vecinas del barrio 23/05/2013 - La historia de Juan Carlos Chiappalone, uno de los peluqueros de mayor trayectoria en Liniers.  

TODO UNA VIDA ENTRE CAUCHO Y COMPRESORES 

La singular historia del querido Tony Impagnatiello, el gomero de Liniers

Siempre suelo decir que cada vereda tiene una historia, y cada vez estoy más convencido de eso.
Pero ésta vereda en particular, es aún más especial que las otras, pues los vecinos acudimos cada tanto a la histórica gomería de Tony, que no es otro que Antonio Impagnatiello, en el hoy pasaje Iñigo Carreras al 7200 (antes Luther), que le da la espalda a la calle Tuyuti y se ubica a pasos de la hoy colectora de Gral. Paz y de la otrora Feria de Liniers.
Pero la historia de Antonio comenzó en la Argentina allá lejos y hace tiempo.
Su abuelo Miguel llegó a estos pagos en soledad en 1924, proveniente de Monte Sant'Angelo, un pueblito italiano ubicado en la Provincia de Foggia, a orillas del imponente Mar Adriático.
Tan audaz fue su odisea, que se animó a cruzar el Atlántico sin saber leer ni escribir y, para colmo, sin siquiera conocer a su hijo Miguel, que luego se convertiría en el padre de Tony.
Hubo de pasar un largo tiempo hasta que en 1950 arribara a la Argentina el anhelado Miguel, y se estrechara en un cálido y fraternal abrazo con su padre, que por primera vez lo aferraba a su pecho.
Miguel, al igual que su padre, también llegó solo, y recién un año más tarde arribarían a estas pampas su esposa Rafaela y sus hijos Antonio (Tony), Francisco y Graciela, estableciéndose transitoriamente en la casa de un paisano, en San Juan y San José.
Los pasos de los Impagnatiello dejaron sus huellas durante algunos años en la zona sur, hasta que Francisco se estableció a pasos de las plazoletas de José León Suárez y Humaitá, instalando una gomería.
Al poco tiempo, Tony se trasladó a su actual dirección, comenzando su diaria labor basada en esto de prestarles el mejor servicio a sus vecinos.
Recuerda especialmente aquellas calles de tierra de la época: la colectora de General Paz, los pasajes Nicolás Granada y Rodríguez Alves, y la invalorable y repetida presencia en su gomería del inolvidable vecino y eximio intérprete tanguero, Floreal Ruiz.
Pero la particular historia de Tony no se detuvo en aquellos años. Al poco tiempo se casó con María Grossolano y su hermano Francisco con Juana Grossolano, su hermana melliza.
Es decir, dos hermanos con dos hermanas, y desde entonces siguen viviendo juntos en el barrio los dos matrimonios, en la casa de Tuyuti y el pasaje Miguel Santí.
Del matrimonio de Antonio nacieron Sebastián Miguel y Cecilia Laura, aportando a la familia dos nietas, una de cada hijo: Melody - hija de Cecilia Laura, que cursa por estos días sus primeros pasos en el colegio Las Nieves- y Renata - hija de Sebastián, alumna del María Ana Mogas.
En cambio, su hermano Francisco se estableció en Lomas del Mirador con su negocio "Taller Universal", dedicado a la reconstrucción de neumáticos.
Fruto de su matrimonio nacieron Leonardo y Nicolás Emilio, y hoy además aportaron al crecimiento de los Impagnatiello sus nuevos sobrinos Luca Mateo y Giuliano, y Facundo, Victoria y Abril.
Aun hoy el querido Tony, si bien está jubilado, sigue adelante con mucho cariño y el mismo entusiasmo dispuesto a darnos una mano cada vez que nuestros neumáticos nos chistan, para avisarnos que llegó la hora de ir a visitarlo.

 

Foto: Inflando el pecho, Tony en su histórico taller, mostrando una foto en la que acompaña a su hermano Francisco y a Mario el chofer del colectivo de la hoy Línea 161 - antes 19 - en su recorrido hasta Plaza Italia.