viernes, 10 de junio de 2011

Tengo otra manera de ver la vida


OJOS QUE VEN, CORAZONES QUE SIENTEN


José Spivak nació una mañana de verano cuando un tibio sol apenas comenzaba a iluminar el pasaje Claudio Rosales al 500. Corría el mes de enero de 1918 y a metros de la hoy Plaza Sarmiento, un llanto tierno les quitaba el sueño a los vecinos remolones.


Queda claro que el protagonista de esta nota es un antiguo habitante de la por entonces incipiente villa de Liniers.Descendiente de ucranianos llegados a estos pagos en 1905, del matrimonio formado por Víctor Spivak y Cecilia Tumanovsky, hubo de saber de las vicisitudes que por entonces adolecía esta zona escondida en el lejano oeste porteño. Ambos fueron testigos presenciales de los primeros pasos que marcaran con fuerza los Talleres Ferroviarios de Liniers -inaugurados allá por el año 1914- la llegada del tranvía y, entre otras cosas, las inauguraciones de los cines Edison y Capitolio, y de la Galería Crédito Liniers.

La óptica que José inauguraría años después en el barrio, sería uno de los primeros comercios en adherirse al recordado Crédito Liniers, junto con el emblemático local de La Martona, que funcionara en Carhué a pocos metros de Rivadavia, ofreciendo su clásica leche con crema y vainillas.


Muchos vecinos con varios años en la zona, con solo mencionar su apellido recordarán esa óptica ubicada en Carhué 46, la primera especializada que se estableció en el barrio en el año 1943, que hacía gala de su tradicional mensaje "Spivak, su óptica de confianza". Aquel era además el membrete de las cartas que tradicionalmente en las fiestas y cumpleaños enviaba a todos sus clientes, y que retumbaba en la avenida Rivadavia, cuando en los famosos carnavales sonaba su auspicio por los altoparlantes.


Recibido de Óptico Técnico en 1942, don José Spivak se casó tres años más tarde con Dora Berenzon, también proveniente de una familia de ópticos residentes en Flores. De ese matrimonio nacieron al poco tiempo Gabriel, Noemí y Jorge.


Y con ellos, la tradición familiar siguió hasta nuestros días de la mano de sus dos hijos menores, Noemí y Jorge.


Es de destacar que toda la familia transcurrió su infancia y adolescencia en el barrio de Liniers. Recién casados, los Spivak se afincaron en los fondos del local de la óptica de Carhué, donde nació su primogénito Gabriel, luego se trasladaron a Madero al 100, en donde recibieron a Noemí y a Jorge, para luego reinstalarse en Cuzco al 100, a metros del Santuario de San Cayetano.


En esa casa se produjo el fallecimiento de don José en el año 1983, y desde entonces Noemí y Jorge permanecen al frente de la óptica que a principios de 1972, se trasladó a su actual local de Cosquín 16.


Muchos de los vecinos aún recuerdan a dos personajes que colaboraban en la óptica con mucho cariño y esmero, pues para entonces la empresa ya se había convertido en una verdadera familia. Uno de ellos fue don Vicente Tallarico, que siendo repartidor de diarios, don José lo contrató originalmente para una suplencia y luego de un tiempo se aquerenció en el local, así que estudió para Óptico técnico, atendiendo a los clientes hasta su fallecimiento en 1980; y la otra es Elba Sardi, que trabajó en Spivak durante 40 años y es el día de hoy que, a sus 86 primaveras, cada tanto visita la óptica y debido a su genio opina y orienta muchas veces a los clientes.


Hemos transitado en estas líneas el recuerdo y el sentido homenaje a una familia de profesionales y comerciantes que ha vivido y aun perdura en el recuerdo de muchos linierenses, la misma que con su tarea e impronta diaria, colaborara con el crecimiento del barrio del cual ya es una marca registrada.





Fotos: 1): José Spivak, en su escritorio en el año 1950 – 2): Elba Sardi, con su hijo Alejandro y Su esposo José Rodolfo, año 1963.3): Souvenir que entregaban a los clientes especialmente los días de mucho calor.

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