jueves, 22 de julio de 2010

Simplemente “Don Aldo”

Aquellos que vivimos en el barrio en alguna oportunidad, hemos comprado en su despensa o almacén, denominación como se los conocía, cuando no existían los super.
El testimonio de Don Aldo es muy importante, pues con sus recuerdos, podremos conocer como se fue construyendo el barrio y además deducir como era la idiosincrasia de aquellos habitantes que supieron echar las bases del barrio que hoy tenemos y disfrutamos.
Entonces que mejor de escuchar con atención a Don Aldo, que aun a sus 87 años sigue atendiendo todos los días en su negocio, como lo hace desde el mes de junio del año 1947, en Lisandro De la Torre al 481.
Su historia de vida es común a tantos emigrantes que arribaron a estos pagos en busca de mejorar su vida.
Primero llegaron sus abuelos escapando de Mussolini.
El abuelo por su condición de técnico textil, rápidamente consiguió establecerse con un telar en la calle Cabrera y Tames.
Al año los incitaron a venir, así que a los 5 años Don Aldo Pizzagalli Corti, nacido un 10 de noviembre de 1921 en Lago Di Como – Italia – (Con cierta añoranza nos dice que nunca pudo volver a su tierra natal), junto a su padre, su madre Josefina Corti y su hermana, se hicieron a la mar.
Sus estudios primarios los cursó en el colegio de la calle Serrano (ahora) Borges Nº 1883, además durante 5 años estudió en Rafael Calzada en el seminario del los Padres del Verbo Divino, para ser cura.
Pero la vida no le resultó nada fácil, al fallecer su padre a la edad de 32 años, rápidamente las necesidades lo llevaron a conseguir una actividad que le permitiera vivir. Así que supo desde joven aquello de que no hay árbol que el viento no haya sacudido.
Fue Guarda de Colectivo, Empleado en la casa de música Carlos Lottermoser en la calle Rivadavia Nº 851/53 entre Esmeralda y Suipacha, y luego en la fábrica textil de sus tíos, junto a su madre y su hermana, donde conoció a su esposa Haydee Bruno, con la cual se casó en el año 1941, y consolidaron una gran familia.
Hoy sus hijos Clelia y Alberto, sus nietos, Verónica, Alejandro, Nicolás, Franco y Sergio y sus Biznietos Santiago, Macarena y Luca, son su apoyo y contención, especialmente en estos días, pues su esposa falleció en el mes de diciembre del año 2007, después de 66 años de convivencia.
Llegó a ésta actividad tras una corta experiencia en Barracas junto con un compañero de trabajo, en un almacén y bar tradicional típicos que se comunicaban interiormente, al venderse el negocio, el martillero que intervino en la operación le sugirió que se viniera a Liniers, a una despensa que se vendía, propiedad de Juan Schiafino, que había iniciado el negocio 17 años antes, y que su hijo Carlos, bailarín del Teatro Colón falleció en el accidente aéreo del 10 de octubre de 1971, en donde también fallecieron Norma Fontela y José Neglia.
Recuerda con especial cariño al bailarín Carlos Schiafino. Comenta que los días de función como regresaba de madrugada - vivía junto a su esposa en la casa del fondo - me dejaba por la mañana el pedido y entonces se lo ponía en el pasillo. Eso sí en algunas oportunidades el pedido no llegaba a destino pues los gatos hacían lo suyo.
Pero no acaban las sorpresas, primero recuerda cuando la hoy Lisandro de la Torre era agosta, hasta que al expropiar alrededor de un metro y medio las veredas fue ampliada, también cuando desde su negocio se podía ver la estación o de los pasajes sin asfaltar.
Los recuerdos surgen como un torrente, evoca la época cuando obtenía ingresos extras, como pianista en una orquesta que los fines de semana actuaba en cuanta fiesta era contratada, para tocar tangos o Jazz y que con esos pesos extras más los ingresos de su despensa le posibilitó comprar la propiedad.
Pero no terminan ahí las sorpresas. Nos comenta que en los años 50 estuvo un mes preso en Devoto.
En aquellos tiempos del agio y la especulación, un día al ser inspeccionado como el precio oficial de las lentejas debía ser de 0,99 centavos y yo lo tenía marcado a un peso, fue a parar allí.
Continua la charla…, eran tiempos difíciles. Vendíamos kerosén y para ello teníamos 2 tanques de 200 litros en el patio y los problemas comenzaban cuando empezaban a escasear el azúcar, el pan negro, el aceite de soja en la famosa campaña de los 60 días, época en debíamos cerrar el jueves a la tarde porque había que elegir entre un día de la semana o el sábado y los domingos obligatoriamente teníamos que permanecer cerrado.
Sigue diciéndonos que el hoy el tan popular delivery le es conocido, pues en los fines de la década del 40 con su triciclo de tapa verde prestaba ese servicio a los vecinos especialmente a principios de cada mes. La libreta era la forma de pago, había 100 clientes y 100 libretas.
La mayoría eran empleados ferroviarios, y el primer domingo de cada mes me la pasaba sumando las libretas, pues casi todos pagaban al cobrar su sueldo.
Recuerda la peluquería en Lisandro de La Torre 479, del español Tirso La Peña, con una sonrisa, cuando los chicos no querían ir pues el peluquero le tenía con una mano la cabeza muy apretada para contarles el pelo y en más una oportunidad éstos se escapaban sin que Don Tirso concluyera su tarea.
De la Alemana en la calle Tuyutí al 6672 de Ulrico Steinhauser, que al llegar la tardecita la gente concurría a tomar cerveza y se deleitaban en la glorieta con el plato clásico: “salchicha con chucrut”.
Así pasaron por la conversación nombres como Galletitas El Orden, Cerveza Palermo cuyo proveedor era Juan Pérez, Aceite: La Malagueña, Vino Toro, Crespi, El vasquito, Uvita, Resero o Peñaflor.
De sus vecinos Reniscof de la farmacia Francino, de los dentistas Lo Brando y Berman en la esquina de Tuyutí el primero y a mitad de cuadra sobre Lisandro de la Torre el segundo, del farmacéutico Basile, y del químico Ismael Domínguez que por su estatura no podía atender al público pues no llegaba al mostrador y solo se veía la cabeza en la esquina de Palmar.
Del hermano de Caron que tenía un almacén en Palmar en el negocio que luego se instaló Yañez, de Alfonso el pintor del barrio que vivía en Tuyutí enfrente de la Alemana. De la vinería de Doña Adelina que en su momento había sido sucursal del vino Superiora que comercializaba el vino Yapeyú en la esquina de Palmar y Lisandro de La Torre y que al vender la firma las sucursales la continuó Doña Adelina y a la vuelta Félix Pochocho Caron. En dos cuadras había 7 despensas y todos vivíamos.
Al principio no vendíamos leche, pues estaban las lecherías y los lecheros con el carrito, hasta que llego la Serenísima.
La gente era muy servicial y muy buena, cuando llegue tenia 26 años y enseguida me apoyaron.
Sus recuerdos se intensificaron al memorar sobre, la Radio, y los programas de entonces como la novela “Los cuentos de la vieja abadía” los domingos a la noche con Susy Kent, ¿Que pareja?, El Glostora tango club a las 20 con las voces de Rafael Díaz Gallardo y Lucía Marcó anunciaban que era "la cita obligada de la juventud triunfadora" con Alfredo De Angelis, o Ángel Vargas con D’agostino, de Nicola Paone, Jabón Federal, La llave de la Felicidad, Gran Pensión del Campeonato, Radio El Pueblo y Oscar Casco, Niní Marshall, El Zorro, Los Pérez García, La Revista Dislocada, los goles de Foravanti, y de las compañías de Radio Teatro en los cines, especialmente los días sábados y recuerda la actuación de Floreal Ruiz en los cines de Liniers.
Don Aldo es uno más de tantos vecinos emigrantes, que con la transmisión de sus costumbres y la cultura del trabajo son un ejemplo a ser emulado.
Recuerdo entonces aquel viejo proverbio que dice: “Todos los hombres estamos hechos del mismo barro pero no del mismo molde". Ignacio Messina.

4 comentarios:

  1. Agradezco enormemente esta hermosa sorpresa que me llena de emoción. Es un orgullo para mí llevar la sangre de este hombre en mis venas, todo un estimulo y un ejemplo para seguir siempre en mi vida.
    Verónica Wolff (nieta de Aldo)

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    1. Una hermosa persona a la cual tuve el gusto de conocer.Sin duda alguna, don Aldo es un personaje del barrio y la representacion de palabras que hoy suenan lejanas como "trabajo" y "esfuerzo".

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  2. Gracias por tu comentario, como vecino lo menos que podiamos hacer. Destacar a personas como tu abuelo es una obligacion moral y un reconocimiento al esfuerzo y lucha de toda una vida, saludos

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  3. Muy lindo recuerdo, mi padre, emigrante asturiano, tuvo un almacén, la Depensa Buenos Aires, en el barrio de Caballito. Me acuerdo muy bien de los Cuentos de la Vieja Abadía por la radio, me daban verdadero miedo. Muy buen post, un afectuoso saludo.

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