lunes, 19 de enero de 2009

Mi Barrio






Mi Barrio

“Conocer el pasado, saber de donde venimos, conservar nuestras costumbres y tradiciones es un acto de inteligencia y amor”.


Cada barrio es un mundo en miniatura. Con sus alegrías, dolores, expectativas y particularidades, en donde no faltará el chisme, la gauchada, pero sobre todo en donde existirá, el acto solidario.


Creo que, casi por esa regla, cuanto más modesto es el barrio, más fuerte es el sentimiento de afecto y de apoyo que los vecinos se dispensan entre sí.


Liniers es uno de los simbólicos 100 barrios porteños al que le cantó Alberto Castillo, y a él va este libro a modo de humilde homenaje.


En realidad, me he dedicado a elaborar una recopilación de hechos y personajes.

Gracias al gesto generoso de los vecinos memoriosos, a una intensiva búsqueda de documentos y a las diversas publicaciones consultadas, he logrado reunirme con este material que ahora se publica.


En las líneas que siguen a esta página, muchos encontrarán semejanzas, personajes comunes, historias repetidas o parecidas. Es así. Hay algo que le es común a todos los barrios: “su gente”.


Las ilusiones juveniles, el esfuerzo del ser humano por mejorar, el devenir de las épocas y las nuevas historias hacen que, con la distancia que regala el paso del tiempo, los recuerdos se plasmen con nuevas formas.


Estas páginas son un recuerdo a aquel pasado que ya no volverá. Pero que se agiganta en nuestra memoria y en la de todos aquellos que fueron o serán partícipes de la vida del barrio.


Al carnicero, al canillita, al colegio, a la barra de la esquina, al compañero del colegio, al botellero, al lechero, al club, a la sociedad de fomento, a los vecinos anónimos y famosos, al cine del barrio, a la novia que no pudo ser, a los carnavales, al disfraz, al primer baile, al barrilete, a la plaza, a las tardes de verano, al potrero, a la cuadra importante del barrio donde solíamos dar la vuelta del perro, a la heladería, al cura de la parroquia, al primer maestro, a la parada del colectivo, a la estación del ferrocarril, a los días de lluvia, a las tardes de verano y sus siestas, al primer beso, al cartero, a la calesita, a las bolitas, a las figuritas, al balero, al yo-yo, al juego de las muñecas, al doctor, al dentista, a la fogata de San Pedro y San Pablo, al juego de las escondidas, al turco, al gallego, al tano, al ruso, a la primera pelota, a la noche de reyes, a la fragancia de la vecina linda, al frío del invierno, a la caída de las hojas en el otoño, al aroma de las flores en primavera, al gordo Muñoz, a los Pérez García, a Tarzán, a Ariel Delgado por radio Colonia, a la tevé, al olor de las tostadas de la tarde, al piola solterón de la cuadra, a la vecina protestona, a la murga en la plaza, al patín, a la primera comunión, al catecismo, al choque de la esquina, a las bombitas de mal olor, a los petardos de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, al colchonero a domicilio, al afilador, a la paleta caza moscas, al pomo en carnaval, a la libreta del almacenero, al subiría, a la primera bici, al monopatín, a la primera moto, al fantasma de la opera, a Nicola Paone, a Joselito, a la familia Falcón, al Winco, a la radio Spica.......


Muchos de estos recuerdos, nos acompañarán toda la vida. Porque en el barrio crecimos y entre sus árboles tomaron envión nuestros sueños.


Quizás al leer estas líneas hasta se nos escape una lágrima, un suspiro por lo que pudo ser, o por lo que ya no será nunca más.


Ésta es pues, parte de la historia de nuestra patria chica.


Prologo de Libro "Liniers contame tú historia", y cuadro que edite en el año 2001

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