martes, 20 de enero de 2009

Un cuento con historia - Homenaje a Perez Celis


Después de unos cuantos años, volví a mi querido barrio y pasé por el cole y por la casa de mi infancia.
En ese instante mi cabeza dio miles de vueltas y me transportó en un viaje al pasado.
Ahí estaban los pasajes, la plaza, doña Nilda, doña Eugenia y otras tantas doñas que prefiero no nombrar. En ese segundo todas se me hicieron presentes.
También la avenida General Paz, Humaitá, Tonelero, El Hornero, Tuyutí, el lechero, el cartero y hasta lo gritos del vecino Don Juan, cuando a la hora de la siesta todos los pibes del la barra le sacábamos de su planta unos inmensos y riquísimos duraznos.
Los recuerdos se repetían en cada imagen. La barra, aquel pino que sigue allí, sí: está un poco más grande, los viejos y gastados escalones de la placita.
Repasé mentalmente su viejo banco, aquel que nos aguantaba a todos los de la barra.

Aun permanecía ahí como esperando que le hiciera una caricia. Los ojos se me llenaron de lágrimas.
Debo reconocer que mi rostro se transformó cuando pensé en todo el camino recorrido desde entonces, y en los que ya no están.
Me di cuenta de que en verdad nunca me fui del barrio porque nunca lo olvidé.
Apenas había recorrido un par de cuadras cuando de repente una bocina me trajo de regreso al presente.

“Pucha” -pensé- “que rápido pasaron los recuerdos... pero qué profundo quedaron sus surcos”.
Estas líneas son para usted. O para vos.
Por si algún día te encontrás hojeando este libro y ya no vivís por acá: venite, pegáte una vuelta, recordá. Creo que serás por un momento feliz...


Volver a los sitios de nuestros orígenes luego de muchos años de ausencia nos trae recuerdos, eso originó estas lineas que dediqué a mi amigo Perez Celis en el año 1994.

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